S01xEp. 02 - Lethal Metal

El tic tac del reloj podría poner nervioso a cualquiera. Pero, ¿a mí? No, a mí no me pone nervioso. No es que tenga una conexión o simbiosis con los relojes, simplemente... me gustan. Llevo un reloj de bolsillo de oro, antiguo, muy antiguo. Perteneció a mi padre, y a su padre, y a su padre antes de él. Lleva generaciones adornando los sacos de los hombres Shaw. Cuando lo recibí pude apreciar una pequeña y casi invisible rajadura en la parte inferior, en el cristal. Mi primera decisión fue llevarlo a arreglar, pero en el último momento lo pensé mejor. Un día y una noche meditando. No podía confiar en el relojero, por más profesional y artístico que fuera. No me convencía sus torpes manos, ni las de él ni las de ningún otro. Simplemente no podía dejar que alguien mancillara el reloj familiar, por lo que a partir de ahí comencé a ver el defecto del reloj de otra manera. Más cariñosa, si así prefieren. ¿Quiere decir esto que acepto los defectos que nadie es capaz de solucionar? No, damas y caballeros, solo acepto aquello que es provechoso para mí en última instancia.

Pero retornemos al tic tac del reloj. Como me expresé anteriormente, no me molesta el continuo sonido del aparato, pero al parecer a mi colega Janos Quested (debo suponer que lo conocen como Riptide), le molesta enormemente. No me preocupa ni me molesta. Soy su jefe, es mi ayudante, y es mi reloj. El que posee el poder dicta las reglas, así se mueve el mundo. Y el que posee poder aquí soy yo... descontando, claro, que Quested no capaz de reunir la suficiente inteligencia para dirigir a un grupo de niños en un parque de diversiones. Al menos ese es mi punto de vista, y es el que vale aquí. Pero si hay algo que me molesta es la tardanza innecesaria. No he venido a Washington a ver el Obelisco, tengo asuntos que tratar con una persona que me parece sumamente interesante... no por su personalidad, sino por su posición. Y por lo que puede hacer desde esa posición. Si quieres subir en la cadena alimenticia, solo debes mirar hacia arriba. Aquellos que observan a sus pares se quedarán detrás. Lamentablemente, la vida en nuestro hermoso planeta se limita a un "mata o muere", y solo los idealistas utópicos pueden cegarse para ver lo contrario.

He venido a citarme con el Senador Robert Kelly. No nos hemos visto las caras hasta ahora, pero es tiempo de que salga un poco mas a la luz. Pocas personas saben que el Hellfire Club financia a los Centinelas, las últimas armas de la humanidad contra los mutantes, y que diseñó el visionario Bolivar Trask. Muchos se preguntarán, ¿qué es exactamente el Hellfire Club? Y solo les puedo responder: "Piensen en una enorme sociedad anónima de multimillonarios que consolida su influencia sobre la política y la economía en el mundo". Eso es el Hellfire Club. Ahora, el Círculo Interno es algo totalmente diferente. Es la minoría del Club, pocos conocen su existencia. Caracterizados por tomar el nombre de una pieza de ajedrez (en orden de importancia, claro está), son los que toman las verdaderas decisiones. Comandados por un Lord Imperial y por un Rey y una Reina, dirigen una de las mayores organizaciones a nivel mundial, poderosa y secreta. Perdonen, ¿estoy hablando de "ellos"? O no, claro que no. Es "nosotros". Soy el Rey Negro, y en estos momentos no tengo una Reina. Pero no es algo que me aceche, en realidad, dado que pronto me convertiré en algo más que un simple Rey.

Volviendo al tema principal, mi Alfil Blanco, Donald Pierce, mi hombre más confiable, debo admitir, escolta a Kelly al piso del hotel de cinco estrellas que tuve el placer de alquilar para mí. Extraño las comodidades de Gran Bretaña, pero los americanos no son tan malos tampoco. Me uní al misterioso "Proyecto Despertar" hace unos años, pero no fue hasta hace unos meses que vi, por fin, que el asunto cobraba importancia. Claro que los Centinelas fueron creados para pelear contra los mutantes, y ¡miren nada más! El Círculo Interno es, al fin y al cabo, otra organización de mutantes. Pero no deben confundirnos con las tendencias idealistas pro paz entre humanos y mutantes que lidera el profesor Charles Xavier y que llevan a cabo sus X-Men. Ni tampoco nos confundan con los propósitos apocalípticos que propone Erik Lehnsherr, Magneto, que solo desea acabar con la humanidad. No, nosotros apuntamos a objetivos diferentes. ¿Cuáles son? El principal es bastante sencillo: la dominación global. En el pasado, los Reyes y Reinas lo intentaron mediante su influencia política y económica, pero las cosas cambiaron, y ahora eso no sirve para absolutamente nada. El poder nuclear lo decidirá todo en estos días. Una guerra. Los mutantes deben quedar a la cabeza, claro está, pero ¿qué mutantes? No nos sirve un tirano déspota como Magneto ni un idealista cobarde como Xavier. No, el Círculo Interno debe gobernar, el Lord Imperial debe gobernar. ¿Y por qué creen que no deseo una Reina? Simplemente, deseo dejar de ser Rey en el futuro inmediato. La mejor estrategia es hacer que dos superpotencias se destruyan, y acabar con quien quede de pie cuando el humo se despeje.


La puerta de abre, y por ella pasa Kelly, un poco confundido, pero por la expresión de su rostro, parece saber exactamente a quien represento. Tras él entra Donald, que se sienta a mí lado, mientras el senador lo hace en el sofá de enfrente. Riptide nos observa junto a la ventana. Un Caballo Negro no sirve mas que como protección, al menos de momento. Le dedico mi más brillante y encantadora sonrisa a mi invitado y le invito un vaso de brandy.

-Me alegra que nos ofreciera su magnífica compañía, senador.

-El honor es todo mío, caballero. Cualquiera con un poco de cerebro sabe que no puede rechazar una invitación del Hellfire Club. Menos cuando su vicepresidente mismo es quien envía la tarjeta. ¿Puedo preguntarle qué necesita de mi persona?

-Veo que es perspicaz y no le van los rodeos, senador -le digo, al tiempo que Donald le extiende su vaso de brandy. Yo saboreo el mío con el olfato en primer lugar, para luego darle un suave y corto sorbo.- Se ha convertido en un hombre influyente, y nos gustan los hombres influyentes. Especialmente aquellos que tienen determinados cargos en gobiernos tan importantes como lo es el de los Estados Unidos. Su cruzada anti-mutante no solo es escuchada, sino que es aceptada y apoyada por el pueblo. Prueba de ello es la construcción de los Centinelas, de lo que, como debe saber, el Hellfire Club forma parte activamente.

-Así es, he investigado al respecto. ¿Me permite preguntar por qué lo hacen?

-¡Claro que puede preguntar, amigo mío! Pero yo no voy a responderle, por dos razones. Uno, no estoy autorizado a hacerlo. Dos, aunque lo estuviese, no se lo diría. Podemos necesitar algo de usted, pero no por eso confiamos en usted. Pero no se desanime, senador Kelly, puede ganarse nuestra confianza. Venga, acompáñeme.

Me levanto y camino hacia la ventana, apoyando mi mano suavemente en el hombro de Kelly. Me detengo frente al panorámico ventanal y observo la impresionante vista que se tiene de la capital norteamericana.

-¿Ve todo eso, senador? Todo eso fue construido por la mano y el esfuerzo del hombre, de los humanos. Y el Hellfire Club es un grupo de humanos que quiere premiar a los humanos, y no quiere que todo esto se pierda en manos de los mutantes, una sociedad que solo desea continuar la "evolución", según ellos. Pero si podemos gobernar los cielos y construir ciudades sobre el agua, ¿no cree que también seríamos capaces de darle la espalda a la llamada evolución? Al fin y al cabo, Darwin podría haber estado perfectamente equivocado. No tenemos por qué dejar de existir, solo porque unas cuantas personas nos lo digan.

-Unas cuantas miles de personas, diría yo.

-¡Miles contra millones! Es sencillo lo que le proponemos, senador: usted toma el asunto en sus manos, comanda los Centinelas, descubre la debilidad de los mutantes, termina con toda esta paranoia, y al final del recorrido, el Club le garantizará un banco en el que pueda sentarse como uno más. Claro que financiaríamos la operación principalmente, bien sabe que fondos no nos faltan.

Se lo piensa un segundo, es una excelente oferta, difícil, casi imposible de rechazar. No puede ver la magnitud de todo esto como yo lo hago, pero es solo un peón en el enorme y gigantesco juego de ajedrez que es el mundo. Para que los mutantes podamos gobernar, necesitamos sirvientes y esclavos. Es por eso que no es necesario aniquilar a los humanos.

-¿Acepta o no, senador Kelly?

-Déjeme pensarlo, señor Shaw. Es un tema delicado, y quiero consultarlo en privado.

-Perfecto, tiene 24 horas. Aquí tiene mi tarjeta, llámeme con la respuesta. Al cabo de ese plazo, otro senador se verá beneficiado con este trato. Le agradezco su visita, senador. Donald, ya puedes acompañarlo de nuevo a su coche.

Ni los observo cuando abandonan la habitación, sino que me limito a mirar por la ventana, mientras enciendo un puro. El mundo se irá al demonio y nosotros quedaremos de pie después de la catástrofe. ¿A quién no le gustaría estar en mi posición?

¿Quién soy? ¿Por qué soy esto? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué hago? ¿Cómo lo hago? ¿Dónde debería estar? ¿Quién debería ser? ¿Qué diferencia existe entre el bien y el mal? ¿Soy bueno? ¿Soy malo? ¿Pertenezco aquí? ¿A dónde pertenezco? ¿Qué soy?
Sé que todas las personas tienen dudas, tienen preguntas, pero la mayoría de ellas posee una buena parte de las respuestas. Yo no. Apenas si me puedo concentrar en lo que hago ahora y lo que tengo que hacer. Pero, ¿por qué? ¿Deber? ¿Dinero? ¿Placer? ¿Acaso algo de todo eso me representa? Soy un mar de dudas, pero si algo sé, es que no quiero volver al Mundomojo. No guardo demasiados recuerdos de ese abominable lugar, pero sé que son todos malos recuerdos. No sé como escapé, no lo entiendo, fue mi condenada buena suerte, debo suponer. Pero ahora, dentro de todo, me siento cómodo, aceptado. El hombre ese, Shaw, creo que es una buena persona, me trató bien, con cariño, y a cambio debo realizar estos favores para él, al igual que sus otros dos compañeros.

Esta vez me citó en un hotel de Washington D.C., por lo que tuve que viajar desde Inglaterra. No es algo que me moleste, no conozco el mundo demasiado bien. Pero soy plenamente consiente de que mis cuatro dedos en cada mano no es algo que pasa desapercibido, que digamos. Y en un aeropuerto, un avión... a veces puede traer problemas. Pero mi buen humor parece espantar los problemas, eso siempre me alegra. Algo de eso me comentó Sebastian, al parecer ellos son "mutantes" en un mundo donde la mayoría son "humanos", y que ellos tienen poderes especiales mientras los otros no. Yo también tengo poderes, pero sé que no soy un mutante, o al menos eso me dijeron. No es fácil que me mientan, pero Sebastian nunca me mintió. Él de verdad quiere lo mejor para los mutantes, y está dispuesto a hacer todo por ellos. Todo.

Entro a la sala de estar del piso que rentaron. Me recibe Donald, y al entrar noto que Janos no se encuentra ahora con nosotros. Pero antes siquiera de decir una palabra, el Rey Negro me recibe con un abrazo, con su constante sonrisa radiante, que siempre me sube el ánimo. Le respondo de igual modo y luego me dejo guiar a uno de los cómodos sillones.

-Me alegra comprobar que has retornado victorioso de tu misión, Caballo Blanco. Pero no podemos retrasarnos con anécdotas, el futuro del mundo y de los mutantes aguarda. Riptide ahora mismo está estudiando el área, pero solo tú puedes entrar y salir de allí sin dificultades.

-¿Entrar y salir de dónde, señor Shaw? -le pregunto, sin terminar de entender.

-Eso lo sabrás en su momento. Pero es un lugar seguro y protegido, nada sencillo, y tiene mucha seguridad. Necesitamos que busques algo allí y nos los traigas. Es hora de acelerar algunos asuntos.

-De acuerdo. Debo entender que aquello que debo buscar también me será revelado más adelante, ¿no es así?

-Aprendes rápido, chico. Te encontrarás con Riptide, él te dará toda la información que necesites. Es la misión más difícil que enfrentarás, pero confío en tu suerte. Lo harás solo, solo tu puedes lograrlo con éxito. Pierce te conducirá al lugar, cuanto menos sepas, mejor. Por tu protección.

-Lo sé, señor Shaw, lo sé. Confío en usted.

Nunca me haría hacer nada malo, es mi maestro, tengo que aprender muchas cosas de él. Lo admiro, creo fervientemente que desea cambiar el mundo.

Eric Magnus Lensherr // Magneto
Mutante | Hermandad de los mutantes
En: Cuartel Hermandad
Feat: Dominó & Mystique
Habían pasado algunas horas desde el despliego de poder y locura de mi hija. Ignoraba que su habilidad le permitiera el anular los poderes de otros mutantes, por lo que cuando me vi despojado de mi cualidad... Lo recordaba perfectamente...


Había llegado junto a Wanda en las afueras del cuartel y le había ordenado que se calmara. Ella pareció notar el cambio en mi voz, pues se mantuvo estática durante unos segundos y la alteración que su magia estaba provocando se detuvo. Entonces comenzó a gritar que me callara, o a otra persona, ignoraba realmente a quien estaban dirigidas esas palabras, pero ella oprimió su cabeza con ambas manos, como tratando de liberarse de un intenso dolor. ¿era posible que algún psíquico estuviera manipulándola? Dudaba de ello, la mente de Wanda no era un sitio donde cualquiera pudiera entrar, de eso estaba seguro, y mucho menos estaba al entendimiento de cualquier telépata. Tal vez Xavier, Jean o incluso Emma pudieran penetrar en la mente de mi hija, pero Xavier y Jean nunca recurrirían a una treta semejante y dado que Emma se encontraba ahora bajo la vigilancia de mi buen amigo Charles, casi que podía asegurar que tampoco tenía nada que ver...

Pero entonces wanda me miró, como nunca lo había hecho. Parecía que me analizaba, odiándome y queriéndome a la vez. -¿Qué quieres aquí? ¿Me temes tanto que no puedes acercarte a mi sin ninguna protección?-me gritó entonces. Sus manos centelleaban con luz escarlata de manera inestable. ¿Cómo explicarle? No recurrí a mi campo magnético como protección para mi. Lo activé para evitar algo que ella pudiera lamentar. Si, sabía que mi hija me odiaba profundamente por las heridas inflingidas en el pasado, y viviría para soportar todo ese odio, pero el sufrimiento que le causaría ser la muerte de mi persona, así como si ella asesinara a Pietro, sería inmensamente mayor y mucho más peligroso. -¡responde!-exclamó furiosa. Al parecer, mis propios pensamientos jugaban en mi contra, pues el tiempo corría y mi hija podría estallar en cualquier comento. Pero entonces, giró su mano y mi campo se anuló completamente, y caí al suelo, incapaz de levitar. Fue una sensación horrible... De repente ya no me sentía conectado a la Tierra ni podía sentir el metal que me rodeaba. Un segundo giro de su muñeca provocó que los vegetales durmientes que se encontraban bajo tierra cobraran vida y me crucificaran en mitad del lugar. Un grito de dolor nació en mi garganta y se expandió por mi boca. Varios de mis acólitos trataron de detenerla, pero ella habilmente se deshizo de sus atacantes.

Entonces, con un nuevo giro de sus manos, me liberó y liberó al resto de los miembros de la Hermandad. -papá lo siento-murmuró ella y el corazón se me encogió. Aún así, mi semblante no cambió. No podía mostrarme como padre y líder de la Hermandad al mismo tiempo. Vino hasta mi corriendo y la abrazó. Mis brazos la rodearon instintivamente.- papá, lo siento, no se que me pasa, no lo puedo controlar, yo no quería matarla, lo juro pero…-añadió hasta que un disparo de Dominó le cerró la boca. - Lo siento Magneto…-me dijo la mutante. Una mirada de furia traspasó a la mutante de pelo negro mientras sentía que todos mis poderes volvían a mí. -tranquilo, es solo un tranquilizante, su efecto desaparecerá en unas horas, pero tenemos que hablar, no es seguroque ella siga aquí…-dijo rápidamente. -Lo que no es seguro es que ella te encuentre cuando se haya despertado...-le respondí severamente. Luego de eso, marché levitando hasta la habitación de Wanda y la dejé allí tumbada. Pietro se encargaría de su hermana...


Miré a Dominó y a Mystique después de observar por la ventana el lugar donde todo había ocurrido. -Expón tus dudas y quejas Dominó...-le dije a la mercenaria. Yo aún pensaba en las palabras de Wanda... "yo no quería matarla" ¿A quién había matado? ¿Había sido una de sus alucinaciones? Ningún miembro de la Hermandad había sido encontrado muerto, así que no sabía que pensar. -En cuanto termines, Mystique nos pondrá al día con sus descubrimientos, así que date prisa, el tiempo apremia...-añadí. Raven parecía ansiosa y eso no indicaba nada bueno, pero también tenía que escuchar a mis acólitos, de lo contrario me volvería un líder sin escrúpulos para con los mios...

Rol-off: Ya pude ponerme al día XD... jejeje. Lamento no añadir mucho para la situación actual, pero me pareció más apropiado darle la importancia que corresponde al momento de la locura de Wanda...

Warren Worthington III // Angel
Mutante | Patrulla X
En: Mansión X, Biblioteca
Ft: Scott, Rogue, Gambit*, Jean & Emma*
Scott nos había reunido en la biblioteca para hablar sobre la próxima misión de la patrulla X. Ya teniendo el permiso de S.H.I.E.LD. para actuar, las relaciones con el gobierno se mantendrían "amistosas". -El Profesor Xavier llegó a un acuerdo con
Maria Hill y ahora debemos ocuparnos de rescatar a nuestros compañeros
que fueron secuestrados por Molde Maestro y sus Centinelas. Los elegí a
ustedes porque son lo mejor que tenemos, y esta misión requiere rapidez y
precisión. Si alguno no desea formar parte, este es el momento de
hacerlo, pero no voy a cargar ahora con peso innecesario.-nos dice nuestro líder cuando se encuentra con nosotros. -Sabes que estoy dentro-le respondió rápidamente Pícara. La miré, parecía algo distraída. Di un paso adelante. -También cuenten conmigo...-les dije. -no podemos dejar a Rogue sola en el aire-bromeé. Miré al grupo. Scott, Rogue y Gambit* con fuerza de ataque, Jean y Emma* como las psíquicas del grupo, y Rogue y yo como vigilias del cielo. Tal vez alguien de la talla de Kurt nos viniera bien, pero el aleman azulado no se encontraba con nosotros en aquellos momentos. Esperé a que el resto aceptara o renegara la misión para conocer los detalles de la misma. Enfrentarnos a centinelas era una parte clara de nuestro cometido, algo que no me asustaba, pero que me ponía nervioso. Agité mis alas con ganas de ponerme en marcha. Me pregutnaba el porqué Iceman o Shadocat no se encontraban entre nosotros. Ambos miembros eran muy capaces y por otro lado, sus poderes nos vendrían de perlas. Una pregunta surgió entonces en mi mente. ¿Cuántos mutanets habrían presos y cuántos podríamos transportar en el Black Bird? Ya que me negaba, al igual que el resto, a sacar a nuestros compañeros y dejar a los demás allí prisioneros de esas máquinas...

*Ignoro si Gambit y Emma están con los X-men en la biblioteca o no, ya que el mensaje de Emma, pues al parecer están en un hotelito... si pudieran aclarar la situación, se los agradecería ^^